miércoles, noviembre 14, 2007

Carlos y la imposición del poder de los poderosos por las armas

Cuando en la mañana del domingo 11 de noviembre Josué E. de la H. se dirigía a la concentración “Contra el racismo antiespañol, contra la inmigración”, iba convenientemente armado.

No estaba en Irak ni en Afganistán, ni siquiera en el País Vasco, pero en su cabeza resonaba el himno de infantería “del deber, de la Patria y del Honor”:

Y la sangre enemiga en sus espadas y la española sangre derramada, tu gloria y sus hazañas cantarán.

…y por verte temida y honrada
contentos tus hijos irán a la muerte

El mismo que escuchamos distraídamente “las autoridades” y los televidentes el 12 de octubre pasado en la Plaza de Colón, y que se repite en cada acto institucional de las fuerzas armadas.

Al llegar a la parada de Legazpi, el vagón se llenó de “elementos antisistema”. Decenas de “enemigos” de España y de la Patria, jóvenes de 20 años en cuyas miradas Josué pudo imaginar pensamientos espantosos, que lo aterrorizaron, amenazaron y atacaron y lo “obligaron” a sacar su cuchillo de caza y enfrentarlos como un superhéroe de teleserie, como era su deber. Enemigos a los que les importa un pimiento que España sea noble, fuerte y temida, como pide el Himno Sacrosanto. Enemigos que lo que quieren es vivir en una España amigable, querida y solidaria.

Es decir, una España maricona. Una España rota.

Uno de esos elementos “antisistema” era Carlos Javier Palomino, de 16 años. A Carlos no le gustaba el racismo, tampoco le gustaba la violencia del poder, la de arriba, la que te imponen, la que no puedes elegir ni modificar. La que te obliga a tener trabajos precarios y a vender tu fuerza de trabajo por dos duros. Carlos, con su corta edad, se sentía identificado con los que son expulsados de sus países y tienen que ir a buscarse la vida lejos de los suyos. Tal vez su abuelo haya tenido que emigrar a Alemania allá por los años 70 y, ¿cómo estar contra la inmigración en una tierra de emigrantes?

Y mientras tanto, en ultramar, se reunía la cumbre iberoamericana. Los señores presidentes elegidos democráticamente, hablaban de la lucha contra la pobreza y de la cohesión social. Baile de estadísticas arriba y abajo, argumentos vagos sin nombre ni apellido, que permite a dirigentes latinoamericanos y españoles, sentirse colegas políticamente correctos. Y con esto y un bizcocho, larga vida a los contratos que financian el saqueo de las multinacionales españolas, “nuestras empresas”. Larga vida también a la cohesión social de contratos basura y paro, de accidentes laborales, de vivienda inaccesible, precios de los alimentos por las nubes, contaminación de los recursos, represión policial e impunidad. Mucha impunidad.

Al igual que muchos militantes antisistema, algunos presidentes latinoamericanos se creen por un instante, el discurso de la libertad de expresión. Suelen ser unos recién llegados, oscuros y horteras, que de repente se creen que pueden hablar de tú a tú a los burgueses de pro, los rubios de ojos azules de 2 metros de altura, como, por ejemplo, el Rey de España. Un rey digno representante de la burguesía nacional y extranjera que, aunque tiene al hijo casado con la nieta del taxista, no soporta que se le levante la voz y mucho menos para ponerle nombre y apellido a la realidad. Como, por ejemplo, que pobreza en Venezuela es igual a conspiración para golpe de estado y que Unión Fenosa en Nicaragua es igual a explotación y mafia.

“Que te calles”, cojones. Que se calle Chávez y que se calle Carlos. Para Chávez la amenaza fue verbal, para Carlos fue una estocada directamente al corazón. Un corazón de joven madrileño que, como tantos, creía que otro mundo es posible. Jóvenes de abajo, que denuncian “Vosotros fascistas, sois los terroristas” y reclaman “Nativa o extranjera, la misma clase obrera”.

Arriba están los Jefes de Estado con galones y uniforme, los banqueros, los ejecutivos y los burócratas, que cantan loas con chicos como Josué, al derecho de imponer el poder de los poderosos por las armas. Su estado y su poder, que no es el nuestro, tampoco es el de Carlos y ni siquiera el de Josué y los descerebrados como él.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el texto!
Carlos, vecino, no te olvidaremos!

Anónimo dijo...

JAJAJJAJAJJAJAJA POR DIOS ESTO TIENE QUE SER UN MONOLOGO; nunca vi tanta manipulacion para insultar a la patria y al ejercito, por un caso aislado, jajajjajajajaj aj aj en serio, quiero mas de esto, tiene que tratarse de un chiste

joder, y aun habran pardilloos que se tomen en serio esta mierda jajaja